Chiapas, violencia que amenaza con desbordarse

Dos cárteles están en guerra en la frontera sur de México. Se disputan zonas que serán cada vez más relevantes para negocios lícitos e ilícitos.

El sábado 23 de septiembre, decenas de hombres y mujeres fueron obligados a hacer dos filas en la comunidad de Chamic, una de las puertas de la zona fronteriza entre México y Guatemala. ¡Pura Sinaloa!, gritaban algunos, haciendo referencia al cartel de Sinaloa, mientras las camionetas parecían tanques del ejército. Los hombres del barco, vestidos con uniformes de estilo militar, portaban ametralladoras y otras armas. Fue un mensaje de guerra dirigido al cártel de nueva generación en Jalisco.

El 30 de septiembre, cinco de los entrevistados de Morena —tres hombres y dos mujeres— fueron sacados por presuntos miembros de un cártel de la droga del hotel donde se hospedaban en el municipio de Juárez, fronterizo con Tabasco, en el norte de Chiapas.

Horas después del secuestro, las mujeres fueron liberadas y aparecieron en el mercado; Los cuerpos de dos hombres asesinados, Chistian Landa Sánchez y José Luis Jiménez, con signos de tortura, fueron encontrados en la vía que conecta al municipio de Huimanguillo, Tabasco. Adrián Cid Pérez, quien fue el coordinador del equipo entrevistador, aún se encuentra desaparecido.

Ejército Frontera Comalapa

Estos son sólo dos incidentes que se han publicado sobre la violencia en Chiapas. Pero la verdad es que el terror reina en el estado. Los enfrentamientos entre los dos cárteles dominantes en la región tienen un gran impacto en la población. Carla Zamora, experta en dinámicas socioterritoriales basadas en la violencia y académica del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), señala que la población está atrapada en una guerra entre cárteles y grupos de poder cuyo desenlace se desconoce.

«No se sabe cuál es el impacto real de todo esto, no se sabe el número de quienes perdieron la vida en los enfrentamientos, ni el número real de los que desaparecieron, sólo una parte de lo que se publica según datos oficiales. «De hecho, incluso aparecieron algunas tumbas secretas cerca de Comita y no se habla de eso», dice Zamora.

El académico e investigador señala que el reclutamiento forzado de jóvenes en las filas de los cárteles y su participación en la guerra territorial es un problema fuerte.

También se señala que el bloqueo de vías y vías de acceso no termina ni siquiera con la presencia del ejército y la Guardia Nacional, que llegaron a la región fronteriza Chiapas-Guatemala dos días después del desfile del grupo del crimen organizado.

El bloqueo continúa en La Trinitaria, por ejemplo, están intercalados con todo y la Guardia Nacional, y del otro lado está el centro de aduanas, que es federal y está bastante vigilado. En Motozintla hay prácticamente toque de queda, al igual que en Frontera Comalapa no se puede caminar por la calle después de tres días.

El mercado de Comalapa está casi desierto, afirma. «La falta de comida es realmente grande, a veces el pasaje está abierto durante unos días para dejar entrar cosas, ahora está abierto pero no estoy seguro de cuándo volverá a cerrarse y la gente sólo come dos veces al día».

Y como consecuencia de los bloqueos, no sólo hay escasez, sino que el precio de los alimentos ha subido. «Un huevo puede costar hasta 10 pesos, no un kilogramo, uno, y no sólo en Comalapa, sino también en la región de la Sierra, por lo que la gente puede con muy poco».

Toda esta guerra tiene otro efecto sobre la población: se ven obligadas a actuar para abastecer a los grupos criminales organizados. «Estas camionetas blindadas que se vieron en el desfile fueron fabricadas en Chiapas por gente que se vio obligada a especializarse en eso además de fabricar armas».

Zamora señala que la población civil está atrapada en esta guerra y sufre hambre, amenazas, desapariciones y asesinatos. «La gente de esta zona vive con miedo».

¿A qué se debe tanta violencia? Esto se debe a la guerra entre el cartel de Sinaloa y el cartel Jalisco Nueva Generación, los cuales intentan controlar la frontera sur de México y otras áreas estratégicas.

«Estos grupos quieren estar presentes en varios municipios alrededor de la frontera con Guatemala y al mismo tiempo permitir el contacto con Tabasco y Veracruz. Estos municipios son importantes principalmente para el transporte de drogas, pero también de armas y migrantes, y la zona también es

«Es importante porque está conectado con otras entidades del país hacia la frontera norte», dice el experto en seguridad Armando Rodríguez.

Chiapas ha experimentado una relativa calma en términos de criminalidad, aunque con malestar social, con solo un grupo del crimen organizado trabajando en alianza con organizaciones locales, pero hace unos cuatro años llegó el cartel de Jalisco y se apoderó de algunas zonas. meta cortar las rutas de transporte del Cártel de Sinaloa.

«Además, el cartel de Jalisco quería aprovechar la posición estratégica de Chiapas para conectar Centroamérica con el resto del país», afirma el analista de seguridad David Saucedo. Lo que está pasando ahora es que el cartel de Sinaloa está tratando de recuperar estas zonas.

Para evitar perder este territorio, el cartel de Jalisco creó un sistema de embargo de drogas que suprimió varios municipios y varias ciudades. Se interrumpió el suministro de alimentos, medicinas y el movimiento de personas.

«Por eso el cártel de Sinaloa hizo desfilar a asesinos en masa en vehículos equipados con armas de alto poder en orden paramilitar en algunas comunidades de Chiapas», explica Saucedo. Dos días después de este extraño desfile, llegaron los militares y tomaron el control de la zona.