El gobierno no puede proporcionar los medicamentos recetados por las autoridades sanitarias.

Pacientes de los hospitales de alta especialidad, que no tienen acceso a seguridad social, refieren que aún no les surten las recetas en las farmacias de estas instituciones o las surten a medias.

Nunca se sabe qué pasará con el ciénega Christian Roberto Prado, de seis años. Su hiperactividad, consecuencia de su autismo, lo pone en peligro todo el tiempo.

Tuvo un grave accidente al caer de un tobogán por el que subió por descuido. «No mide el peligro», dice su madre, María Cristina Ciénega.

Los medicamentos le ayudarían a sentirse más tranquilo, pero el Instituto de Pediatría (INP), donde lo atienden, no se los dan y sus padres no pueden costearlos.

La medicina que necesita un cristiano se llama Tradea y cuesta unos 350 pesos en farmacias.

María Cristina dice que es un precio alto para la familia. Trabaja limpiando casas y hasta ahora sólo trabaja los viernes. El marido es jardinero, pero no tiene trabajo fijo, sólo lo que consigue de vez en cuando. Por tanto, las finanzas familiares son complicadas.

La única explicación que le dieron a María Cristina en el INP para no darle el medicamento es que es un medicamento controlado que no tienen.

«Eso me dijo la trabajadora social y no me da más explicaciones». Christianile Pediatrics también proporciona otros medicamentos, como Predisone y Risperidona, de forma gratuita.

El 13 de enero de 2020, el entonces subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, dijo a los medios tras salir de una reunión con el presidente Andrés Manuel López Obrador que los servicios serán completamente gratuitos a finales de este año. y medicamentos en todos los niveles de atención, incluida la atención terciaria, para quienes carecen de seguridad social.

Este portal acudió al INP y al Hospital General de México para preguntar a los usuarios si ya recibieron todos los medicamentos que les recetaron y encontraron lo mismo que informó María Cristina, en algunos casos los reciben y en algunos casos darles una receta podría ir a la farmacia y el medicamento se agota.

Esto a pesar de que en diciembre pasado la Primera Sala de la Corte Suprema (RKK) decidió que el Estado tiene el deber de garantizar oportunamente este derecho en el caso de enfermedades asociadas al suministro regular de medicamentos. , porque de ello dependen la vida, la integridad y la seguridad de las personas.

La decisión surgió de una defensa presentada por la negligencia del Hospital Regional del IMSS en la entrega oportuna de los medicamentos recetados para el tratamiento de su enfermedad, que el paciente obtuvo por su cuenta por falta de equipo.

Casi Afortunada

Dana Romina, de un año y ocho meses, tiene insuficiencia cardíaca y síndrome de Apert, un trastorno genético en el que las suturas entre los huesos del cráneo se cierran antes de lo normal. Afecta la forma de la cabeza y la cara.

Los niños con síndrome de Apert también suelen tener deformidades en brazos y piernas.

Se encuentra tomando varios medicamentos entre ellos: espironolactona, captopril, furosemida, fluticasona, ninguno de los cuales se le suministra en el INP donde es atendido. Su madre, Mónica Sofía Mesa, dice que gasta unos 300 pesos semanales en los medicamentos de la niña.

Es madre soltera y vive con su hermana. Para mantenerse, lava ropa para sus vecinos. No puede tener un trabajo normal porque tiene que cuidar a la niña. Dice que acuden al INP desde que nació su hija y nunca le han dado medicamentos. No sabe por qué.

Bruno Gutiérrez Aparicio tiene 5 años y sufre de artritis juvenil. Toma varios medicamentos como ciclosporina, amlodipino, cisaprida, etc. Su madre, María del Rocío Aparicio Narciso, dice que a su hijo a veces le dan medicamentos y otras no, porque no siempre los tienen en stock en la farmacia.

Si no hay, que suele pasar, debe comprarlos. Dice que solo la ciclosporina le cuesta unos 900 pesos y la amlodipina 500 pesos.

Para ella, que no tiene trabajo, y su marido, que trabaja en el campo, este coste es muy alto. Y además de los medicamentos, tienen que gastar dinero para viajar al INP a la consulta del niño, porque viven en la Sierra de Puebla..