El Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) encontró en las cuotas y aportaciones sindicales, así como en las transferencias desde Petróleos Mexicanos (Pemex) y de particulares, un pozo de oro negro del que extrae riqueza a raudales. Y lo es no porque saque de ahí petróleo, sino porque su enorme riqueza es opaca, como el hidrocarburo.
Desde su fundación, en la década de los años treinta del siglo pasado, esa organización sindical se ha manejado con opacidad y en los últimos años ha protagonizado una espiral de resistencias y simulaciones para cumplir con sus obligaciones de transparencia y rendición de cuentas, tanto ante sus agremiados, por las cuotas y aportaciones sindicales que recibe, así como ante la sociedad en general, por los recursos públicos que le son transferidos.
Si bien, a partir del surgimiento y perfeccionamientos de leyes en materia de transparencia, muestra avances en el cumplimiento de su obligación de hacer pública su información sobre el uso de presupuesto público a través de internet, ésta es parcial y poco accesible y “arrastra los pies” cuando se trata de cumplir con las solicitudes de acceso a la información, a través de la Plataforma Nacional de Transparencia.
En lo que se refiere a la rendición de cuentas ante sus agremiados, en el papel, cumple, pero hoy en día, sus agremiados no tienen ni idea de a cuánto asciende el patrimonio sindical y cómo se gasta.