De acuerdo con la Unicef, en 2018 había una incidencia del 38.2 % de pobreza en la población entre 0 y 18 años, que se elevó a 46.5 % por la crisis de la covid-19
La pandemia de Covid-19 ha empujado a 16 millones de niños y jóvenes a la pobreza en América Latina y ha provocado una caída de 20 años en los indicadores de pobreza.
Así lo dijo Mónica Rubio, asesora regional de Política Social del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para América Latina y el Caribe, en una entrevista con Efe cuando visitó Asunción.
Rubio confirmó que en 2018 el 38,2 por ciento de la población de 0 a 18 años vivía en la pobreza, la cual subió al 46,5 por ciento a raíz de la crisis de la COVID-19.
“Hay aproximadamente 87 millones de niños y jóvenes pobres en América Latina y el Caribe. Unicef y Save the Children estiman que la pandemia del COVID-19 ha sumado a la pobreza a 15,9 millones de niños y jóvenes”, dijo. . A raíz de la crisis del Covid-19, Rubio encontró “fragmentación” en el acceso a la protección social en la región, es decir desempleo, falta de educación o programas y políticas de salud.
Afirmó que los efectos de esta fragmentación difieren entre quienes trabajan en el sector formal y quienes trabajan en el sector informal.
Según él, el empleo formal ofrece protección a través de seguros de salud, asignaciones familiares y pensiones de vejez que los trabajadores informales no tienen. Por ejemplo, la experta citó que en América Latina el 60,8% de las familias utilizan sus fondos para atender las necesidades materiales y alimenticias de niños, adolescentes y jóvenes de 0 a 24 años.
Según Unicef, los países financian el 17,9 por ciento de este total. En cambio, señaló que en países como Finlandia, el Estado financia el 49,1 por ciento del consumo de niños, jóvenes y adultos jóvenes. “Licencias de maternidad y paternidad, programas de intercambio para hijos, servicios infantiles, escuela pública, salud pública de calidad. Todo esto es un compromiso con la protección social”, dijo.
En ese sentido, consideró que “acabar con la pobreza infantil es una decisión de política pública que redundará en la productividad y el crecimiento futuro”.
Según él, «es una decisión política pública evitar» que «un niño tenga que trabajar o una niña sea prostituta para comer».