Sensores en el hogar que alertan de anomalías en las rutinas del usuario, asistentes virtuales que facilitan la comunicación en todo momento o un paseo por el pueblo de la infancia con realidad inmersiva para estimular los sentidos. La tecnología aplicada a los cuidados se moderniza y diversifica para mejorar la calidad de vida de los mayores
Hay una frase médica que deja claro cuál es el factor fundamental en el grado de afectación de un accidente cerebrovascular: “El tiempo es cerebro”. Que un ictus sea fatal o parcialmente reversible puede depender de unas pocas horas. Hoy ese tiempo se puede ganar mediante el uso de tecnología en el domicilio: existen sistemas de sensores que monitorean los movimientos y rutinas del usuario, y permiten detectar y alertar de situaciones irregulares, como el propio ictus o una caída. Otros dispositivos posibilitan paseos virtuales por playas, montañas o el pueblo de la infancia, una vía para la estimulación cognitiva de las personas mayores que viven en residencias. Y existen programas informáticos que coordinan al milímetro la ayuda a domicilio, una de las prestaciones más extendidas en el sistema de dependencia en España.
Son algunas de las posibilidades que abre hoy la tecnología aplicada al cuidado de las personas mayores y dependientes, un campo en bonanza que se extiende y refina con un objetivo: aumentar la permanencia del usuario en su domicilio con atenciones de calidad, un deseo que manifiesta más del 90% de españoles, según el estudio El futuro de los cuidados elaborado por Sondea para Clece en 2021. El mismo informe indica una confianza creciente en la ayuda que la tecnología puede brindar: dos de cada tres españoles aseguran que jugará un papel determinante a la hora de mejorar su calidad de vida según envejezcan.