Veinte minutos de ejercicio diario a los 70 años protegen la salud del corazón a los 80

Una investigación italiana que siguió a personas mayores de 65 años durante casi dos décadas ha observado un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares asociada a un estilo de vida activo.

Hacer ejercicio físico a los 70 años reduce el riesgo de problemas cardiovasculares a partir de los 80.

Más vale tarde que nunca. Una investigación italiana que siguió a cerca de 2.800 mayores de 65 años entre 1995 y 2018 ha concluido que practicar a diario 20 minutos de ejercicio físico moderado o intenso disminuye el riesgo de enfermedades importantes del corazón como la insuficiencia cardíaca después de los 80. El artículo se publica en Heart, del grupo British Medical Journal.

Lo particular de esta investigación es que pone el foco en la práctica de ejercicio ya en la edad avanzada – el grupo de edad que más aumenta en los países desarrollados – y constata aún así los beneficios. Dos de los investigadores, Enrico Fabris y Gianfranco Sinagra, apuntan en un editorial adicional a la investigación que «más vale tarde que nunca, aunque mejor antes». Y es que los beneficios asociados al ejercicio eran mayores a los 70, algo menores a los 75 y poco significativos a los 80 u 85 años.

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Los investigadores, de las universidades italianas de Padua y Ferrara, utilizaron los datos de la base Progetto Veneto Anziani (ProVA) que incluye a 3.099 italianos de 65 años en adelante. Contaban con el historial médico detallado, exámenes físicos, escáneres y una batería de análisis de sangre realizados entre 1995 y 1997, con dos evaluaciones posteriores cuatro y siete años después.

Se monitorizó la salud de estos mayores a través de información procedente de hospitales y certificados de fallecimiento hasta diciembre de 2018. Además de ello, se contó con otra información adicional como los ingresos, nivel de estudios, personas en el hogar familiar y hábitos de tabaco o alcohol.

En el análisis final quedaron 2.754 participantes, el 60% de ellos mujeres, y se registraron 1.037 diagnósticos de enfermedad cardiovascular, insuficiencia cardíaca e infarto.

Se clasificó a los participantes en activos – si realizaban al menos 20 minutos de ejercicio físico diario – e inactivos, si practicaban menos. Si a lo largo de los años cambiaron sus rutinas de ejercicio, se fue incluyendo en sus perfiles. Los investigadores clasificaron como actividad física moderada caminar o pescar y como intensa la jardinería, el gimnasio, la bicicleta o el baile.

La mayoría de los participantes mantuvieron sus patrones de actividad física a lo largo del tiempo y los niveles más altos se asociaron con menor riesgo cardiovascular tanto en hombres como mujeres. La mayor protección se observó frente a la enfermedad coronaria y la insuficiencia cardíaca y menor frente al riesgo de infarto. Tener una actividad física intensa y estable se asoció entre los hombres con un 52% menos de riesgo de enfermedad cardiovascular frente a los que tenían baja actividad.

Protección frente a las demencias

Las enfermedades cardiovasculares son en nuestro país la primera causa de mortalidad, seguida de los tumores y las enfermedades infecciosas debido al Covid, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. Sin embargo, las demencias son un grave problema, especialmente entre las mujeres y que afecta profundamente a la calidad de vida de los últimos años.

Así, la importancia de los datos de otro estudio, del instituto sueco Karolinska, que constataron la influencia del ejercicio físico en la reducción del riesgo de demencia hasta un tercio junto al de enfermedades cardiovasculares.

Otro estudio presentado en el encuentro de la Asociación Americana del Corazón en 2021 analizaba una amplia muestra de más de 300.000 británicos del estudio Biobank a los que se siguió durante ocho años, con una edad al inicio de entre 55 y 65 años. Se estudió el mantenimiento de seis hábitos saludables y se consideraron los antecedentes familiares como factor de riesgo. La conclusión es clara. Tener un antecedente familiar directo (padre, madre o hermano) aumentaba el riesgo de demencia un 70%, pero mantener tres o más hábitos saludables reduce el riesgo alrededor del 30% el riesgo, independientemente de los antecedentes familiares, respecto a los que mantienen dos hábitos o menos.

Los hábitos que se consideraron incluían no ser obeso, hacer 150 minutos semanales de actividad física moderada o intensa, dormir entre seis y nueve horas, no tomar más de 14 bebidas alcohólicas semanales ellos y siete ellas, no fumar y seguir una dieta saludable (rica en fruta y con pocas carnes procesadas y harinas refinadas).